viernes, 10 de diciembre de 2010

Diario " La Capital " de Mar del Plata

Domingo 21 •11•2010 C U LT U R A
La escritora y periodista Ana Von Rebeur analiza, en "La ciencia del color. Historias y pasiones en torno a los pigmentos" (Siglo Veintiuno Editores), dos cuestiones fascinantes que siempre la maravillaron y que, aunque no parezca, van de la mano: las ciencias y las artes.
"Que el color esté en el cerebro no quiere decir que los colores no tengan sus historias, sus guerras, sus mitos. Distintas culturas identificaron los colores con los puntos cardinales, o con los elementos químicos (y también con los elementos mitológicos, como Aristóteles dando color básico a la tierra, el agua, el aire y el fuego), con los alimentos o con los estados de ánimo. Este libro cuenta muchas
de esas historias, en un paseo multicolor por caminos rojos voraces, verdes esperanzados y azules marinos, muchas veces con condimentos inesperados, negocios, batallas y obsesiones en busca de los tonos más puros", señaló Diego Golombek, director de la colección "Ciencia que ladra", de este sello editor. A continuación,
LA CAPITAL publica un fragmento de este flamante libro.


Zambullidos en el arcoíris
¿Qué son los colores?

Si somos capaces de pasar media hora en una tienda dudando sobre qué tono elegir para una pared o qué zapatillas combinan mejor con nuestra ropa, es porque
los colores nos importan… y mucho.
Es que, para bien o para mal, ellos nos afectan profundamente.
Los pigmentos siempre obsesionaron a la humanidad. Desde que el primer cavernícola garabateó un bisonte en una cueva, pasando por el impresionista Claude Monet, que vivía abrumado por hallar colores que no mutaran una vez secos, o el propio Vincent van Gogh, que aguardaba siempre con ansiedad que su hermano Theo le enviara algún pomo de pintura, todos anhelaron tener mejores colores. La búsqueda del color perfecto es una historia plagada de tragedia, pasión y obcecada indagación de la fórmula química exacta que permitiera un rojo puro, un blanco luminoso o un negro contundente.
Los primeros pigmentos se obtuvieron a partir de raíces, de distintas tierras, de piedras preciosas, de insectos y otros animales, de metales y hasta de cadáveres. El procedimiento solía ser muy costoso, y hubo quienes hasta llegaron a cometer asesinatos para conseguirlos, mientras que otros entregaron sus vidas para conservarlos.
En este libro, los colores nos cuentan sus mayores secretos, para que sepamos de dónde vienen y para qué sirven. Muchos esconden historias trágicas, románticas
y apasionantes. Sabremos por qué el azul ocasionó un genocidio en el Caribe, cómo incidió el verde en la muerte de Napoleón Bonaparte, y conoceremos la relación entre la palabra “violencia” y el color violeta. Descubriremos por qué los dólares son verdes, qué tienen en común las tarjetas de crédito y los uniformes de la policía, por qué los automóviles deportivos
son mayormente rojos o negros, por qué las empresas petroleras y las panaderías eligen el amarillo, por qué es blanca la bandera de la
paz y azul el jean, y por qué las mujeres se pintan los labios de rojo.
Cada capítulo cuenta la historia se un color: sus lenguajes, sus expresiones,
sus usos.
Como privilegiados testigos de la era del color estable, en vibrantes gamas para todos los gustos,
ahora podemos tener el arcoíris en la palma de la mano. Bienvenidos a ese mundo multicolor.

¿QUIÉN NECESITA EL COLOR?
Durante más de un siglo miramos fotografías en blanco y negro,sin problemas. Lo mismo hicimoscon la televisión durante veinte años. Entonces, ¿quién necesita
el color? ¿Un mundo en blanco y negro sería tan terrible?
Después de todo, el negro es un color de moda bastante elegante.
En un mundo sin colores, no tendríamos que redecorar la casa tan seguido y sería mucho más fácil combinar la ropa antes de salir.
Claro que los parques de diversiones perderían todo su encanto y no tendría mucho sentido contratar a un jardinero. Además de que no podríamos distinguir una comida saludable de una en mal estado.
Como mínimo, acabaríamos intoxicados.
¡Ajá! ¿Será por eso que precisamos los colores? ¿Para no intoxicarnos?
Muchos antropólogos y científicos que estudian la evolución aseguran que así es.
En el fondo de nuestras retinas tenemos dos veces más células sensibles al movimiento y las formas que al color. Así, la mayoría de los mamíferos ven sólo en matices de azul y amarillo, es decir que son dicrómatas. Pero los hombres, junto a algunos simios también frugívoros, somos tricrómatas: captamos más colores para distinguir la fruta madura entre los infinitos matices de la luz diurna. De modo que nos importa mucho más encontrar frutos apetitosos que percibir para qué lado se escapa una vaca. Los colores hacen nuestra vida más variada y atractiva…
y con menos dolores de estómago.

¿DE DÓNDE SALEN LOS COLORES?
En realidad, no hay colores: hay luz o no la hay. O sea que el mundo es blanco cuando hay luz o negro si la apagamos. Muchísimos estudiosos trataron de indagar por qué vemos colores. Platón creía que nuestros ojos emitían un rayo invisible que los detectaba, como si fuéramos superhéroes de historieta .
Inspirado en el arcoíris, Aristóteles sugir ió que los tonos se dividían
en escalas similares a las de la escala musical. Muchos otros repitieron estos conceptos, porque a los griegos clásicos no se les discute nada. Pero todo cambió en 1665, tras un descubrimiento que realizó un joven de 22 años en la casa de su mamá en Lincolnshire, lejos de la Universidad de Cambridge, que por entonces era asolada por la peste. Rodeado de los cuidados maternos, este inquieto observador gozó de dieciocho meses de tranquilidad
para investigar lo que tuviera en mente sin sufrir presiones, algo que cualquier científico le envidiaría hoy en día. Estaba fascinado porque veinte años atrás René Descartes había detectado que, al atravesar un prisma, la luz se descomponía en colores como los del arcoíris, por lo que dedujo que se producían dentro del cristal. Entonces él decidió usar otro lente para unir nuevamente los haces y vio que formaban una luz blanca.
Así supo que la luz blanca está compuesta, en realidad, por distintos colores.
Ese muchacho era Isaac Newton y el mismo experimento se puede realizar usando linternas envueltas en celofán de colores primarios y apuntándolas contra una pared blanca. Allí donde todos los colores se unen, la pared aparece iluminada de blanco. Lo curioso de la experiencia es que la mezcla de luz roja y luz verde da amarillo, de azul y verde da cian (turquesa) y de azul y roja, magenta (un rosa intenso). Y de la mezcla de esos tres colores primarios se obtiene la luz blanca. Si hacemos lo mismo con témperas, no obtendremos blanco, sino un marrón oscuro.
Pero si pintamos un disco de cartón con los colores del arcoíris y lo hacemos girar a gran velocidad,se verá casi blanco, lo que prueba que es mejor no discutir la teoría de Newton. Sin embargo,en su época fue rechazada porque se sabía que la mezcla de todos los colores da sólo un pardo oscuro.
El dilema se resolvió cuando, mucho tiempo después, el escocés James Clerk Maxwell demostró que mezclar luz (mezcla aditiva) no es lo mismo que mezclar pigmentos
(mezcla sustractiva). Hoy en día, en impresión en papel se logran todos los colores a partir de la mezcla de cian, magenta y amarillo.
Pero para el negro... se usa negro .

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